
Los humanos deberían amar a los animales, así como los sabios aman a los inocentes, y los fuertes aman a los vulnerables.
Cuando nos incomodamos ante el sufrimiento de los animales, ese sufrimiento habla bien de nosotros aunque lo ignoremos. Y aquellos que desprecian el amor hacia nuestras criaturas compañeras como un mero sentimentalismo, pasan por alto un valor bueno e importante de la humanidad, la compasión.
No somos peores humanos al mostrarnos benevolentes con un animal, ciertamente está a nuestro alcance la posibilidad de darles una vida larga y feliz como custodios del planeta conscientes que somos.
Cerramos con esta película este ciclo de verano 2020.
Bendiciones,
Susana
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